Fue la batería ininterrumpida de medidas económicas locales la que opacó parcialmente el acontecimiento financiero global más relevante de los últimos años. En una suerte de crónica interminable de una suba anunciada, la Reserva Federal de Estados Unidos levantó finalmente su tasa de referencia en un cuarto de punto a 0,25-0,50% y confirmó el escenario: la primera economía del mundo cierra una capítulo de medidas excepcionales -en la posteridad de la Gran Recesión- y emprende un camino gradual de recomposición en sus tipos de interés.
En ese contexto, tras años de crecimiento voraz al calor afable de un costo de fondeo históricamente bajo, la vulnerabilidad de las economías emergentes en un nuevo entorno de tasas recae nuevamente en agenda. Al respecto, LA NACION consultó a cuatro especialistas acerca de los efectos mediatos e inmediatos para Argentina de un reacomodo global en el “precio” del dinero. Si bien la mayoría coincide en un clima de arribo tardío a un “final de fiesta”, las variables internas de mejoría sopesarían en el mediano plazo sobre la coyuntura internacional adversa.
Según señala el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, los “eventos” frente a un endurecimiento de las condiciones crediticias y monetarias en EE.UU. son esencialmente tres: revalúo del dólar, disminución del flujo de capitales al conjunto de mercados emergentes y caída de precios de materias primas. En ese sentido, explica, buena parte de la resolución ya estaba anticipada en los mercados desde hace más de un año.
En concreto, un bono del Tesoro de EE.UU. a diez años rinde con creces (2,2%) por sobre la deuda de demás países del G7. El dólar se ha revalorizado en un 9,3% en lo que va del año respecto de las monedas de sus socios comerciales y en más de un 20% si considerados los últimos 24 meses. Ligados al proceso de revalúo de la divisa norteamericana, el índice de precios de materias primas se desplomó un 27,7% en 2015 y un 40% en el bienio.
“Dentro de la media de países emergentes, la exposición de Argentina está por debajo del promedio”, explica Marx. “Si bien (la suba de tasas) debiera tener incidencia, el evento está sobrepuesto con modificaciones nacionales que dificultan aislar un fenómeno del otro. El sector exportador está mejor hoy que hace una semana, pero no tanto por los efectos de la tasa de Estados Unidos sino por cambios que hace el país en sí mismo como el levantamiento de las restricciones”, agrega.
Si bien coincide en la prevalencia de las decisiones de orden nacional, el economista Orlando Ferreres advierte: “Argentina tiene commodities y necesita préstamos. Hay dos efectos para el país. Uno es menor crédito a nivel global, ya que EE.UU. irá aspirando los recursos líquidos. El otro es pérdida de atractivo en toda especulación con materias primas. Mi conclusión: ya no hay viento de cola sino de frente”.
Señala, no obstante, que la tasa “pasable” a la que toma fondos Argentina hoy, en torno al 7%, mantiene su atractivo. Desde una perspectiva de financiamiento soberano, el encarecimiento sumamente gradual y progresivo que pudiera adicionar la variación de la tasa libre de riesgo (Estados Unidos) se vería fuertemente contrarrestado por una compresión significativa de spreads a nivel país. Al reducir su riesgo, Argentina lograría en términos netos un recorte en el costo al que el mercado le dispendia liquidez.
“Argentina estaba orbitando en otra galaxia de rendimientos”, explica el economista José Siaba Serrate. “La tasa de Estados Unidos es de referencia. El componente más grande en la tasa que un soberano paga es el riesgo, que nuestro país ha podido reducir por una serie de cambios propios. Si (las tasas de la Reserva Federal) pudieran bajar en vez de subir, mejor, pero al final del proceso es probable Argentina pueda endeudarse a un menor coste”.
“Desde el punto de vista internacional, la mayor preocupación para Argentina hoy es Brasil”, aclara Dante Sica. “Un país cerrado al endeudamiento que pagaba tasas casi usurarias del 11% de repente comenzará a abonar entre 6 y 7%, un beneficio desde el punto de vista financiero que hace prácticamente imperceptible el impacto de la suba de tasas”.
En 2014, según la CEPAL, Argentina captó con U$S 6.612 millones apenas el 4,1% de la Inversión Extranjera Directa (IED) que ingresó en Latinoamérica, relegada al sexto lugar del ranking detrás de Brasil (39,3%), México (14,3%), Chile (13,9%), Colombia (10,1%) y Perú (4,8%). A diferencia de otros emergentes, la base notoriamente disminuida podría oficiar de excelente cimiento para construir tasas significativas de crecimiento en el futuro inmediato.
Siaba Serrate reflexiona: “La eliminación del cepo y un nuevo clima de negocios brinda la posibilidad de dar un salto en la IED del año que viene y el próximo, a una tasa mucho más fuerte que el resto de los países de la región. El hecho de haber estado aislado aporta margen para reinsertarse en el mundo y ponerse a tono. Argentina vuelve a ser un destino razonable de inversión. Vamos a estar devuelta donde estábamos antes: entre los tres primeros”.
Fue la batería ininterrumpida de medidas económicas locales la que opacó parcialmente el acontecimiento financiero global más relevante de los últimos años. En una suerte de crónica interminable de una suba anunciada, la Reserva Federal de Estados Unidos levantó finalmente su tasa de referencia en un cuarto de punto a 0,25-0,50% y confirmó el escenario: la primera economía del mundo cierra una capítulo de medidas excepcionales -en la posteridad de la Gran Recesión- y emprende un camino gradual de recomposición en sus tipos de interés.
En ese contexto, tras años de crecimiento voraz al calor afable de un costo de fondeo históricamente bajo, la vulnerabilidad de las economías emergentes en un nuevo entorno de tasas recae nuevamente en agenda. Al respecto, LA NACION consultó a cuatro especialistas acerca de los efectos mediatos e inmediatos para la Argentina de un reacomodo global en el “precio” del dinero. Si bien la mayoría coincide en un clima de arribo tardío a un “final de fiesta”, las variables internas de mejoría sopesarían en el mediano plazo sobre la coyuntura internacional adversa.
Según señala el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, los “eventos” frente a un endurecimiento de las condiciones crediticias y monetarias en los Estados Unidos son esencialmente tres: revalúo del dólar, disminución del flujo de capitales al conjunto de mercados emergentes y caída de precios de materias primas. En ese sentido, explica, buena parte de la resolución ya estaba anticipada en los mercados desde hace más de un año.
En concreto, un bono del Tesoro de los Estados Unidos a diez años rinde con creces (2,2%) por sobre la deuda de demás países del G7. El dólar se ha revalorizado en un 9,3% en lo que va del año respecto de las monedas de sus socios comerciales, y en más de un 20% si se consideran los últimos 24 meses. Ligados al proceso de revalúo de la divisa norteamericana, el índice de precios de materias primas se desplomó un 27,7% en 2015 y un 40% en el bienio.
“Dentro de la media de países emergentes, la exposición de la Argentina está por debajo del promedio”, explica Marx. “Si bien (la suba de tasas) debería tener incidencia, el evento está sobrepuesto con modificaciones nacionales que dificultan aislar un fenómeno del otro. El sector exportador está mejor hoy que hace una semana, pero no tanto por los efectos de la tasa de los Estados Unidos, sino por cambios que hace el país en sí mismo como el levantamiento de las restricciones”, agrega.
Si bien coincide en la prevalencia de las decisiones de orden nacional, el economista Orlando Ferreres advierte: “La Argentina tiene commodities y necesita préstamos. Hay dos efectos para el país. Uno es menor crédito a nivel global, ya que Estados Unidos irá aspirando los recursos líquidos. El otro es pérdida de atractivo en toda especulación con materias primas. Mi conclusión: ya no hay viento de cola, sino de frente”.
Señala, no obstante, que la tasa “pasable” a la que toma fondos la Argentina hoy, en torno del 7%, mantiene su atractivo. Desde una perspectiva de financiamiento soberano, el encarecimiento sumamente gradual y progresivo que pudiera adicionar la variación de la tasa libre de riesgo (Estados Unidos) se vería fuertemente contrarrestado por una compresión significativa de spreads a nivel país. Al reducir su riesgo, la Argentina lograría en términos netos un recorte en el costo al que el mercado le dispendia liquidez.
“La Argentina estaba orbitando en otra galaxia de rendimientos”, explica el economista José Siaba Serrate. “La tasa de los Estados Unidos es de referencia. El componente más grande en la tasa que un soberano paga es el riesgo, que nuestro país ha podido reducir por una serie de cambios propios. Si (las tasas de la Reserva Federal) pudieran bajar en vez de subir, mejor, pero al final del proceso es probable que la Argentina pueda endeudarse a un menor costo.”
“Desde el punto de vista internacional, la mayor preocupación para la Argentina hoy es Brasil”, aclara Dante Sica, de Abeceb.com. “Un país cerrado al endeudamiento que pagaba tasas casi usurarias del 11% de repente comenzará a abonar entre 6 y 7%, un beneficio desde el punto de vista financiero que hace prácticamente imperceptible el impacto de la suba de tasas.”
En 2014, según la Cepal, la Argentina captó con US$ 6612 millones apenas el 4,1% de la Inversión Extranjera Directa (IED) que ingresó en América latina, relegada al sexto lugar del ranking detrás de Brasil (39,3%), México (14,3%), Chile (13,9%), Colombia (10,1%) y Perú (4,8%). A diferencia de otros emergentes, la base notoriamente disminuida podría oficiar de excelente cimiento para construir tasas significativas de crecimiento en el futuro inmediato.
Siaba Serrate reflexiona: “La eliminación del cepo y un nuevo clima de negocios brindan la posibilidad de dar un salto en la IED del año que viene y el próximo, a una tasa mucho más fuerte que el resto de los países de la región. El hecho de haber estado aislado aporta margen para reinsertarse en el mundo y ponerse a tono. La Argentina vuelve a ser un destino razonable de inversión. Vamos a estar de vuelta donde estábamos antes: entre los tres primeros”.